Cristina Fernández Comins

En música, el silencio juega un papel fundamental. Puede crear tensión, jugar con los distintos timbres y sonoridades, crear matices, traer la calma.

Pero hay otro silencio hiriente, asfixiante y censurador. Es un silencio que viene cargado de renuncias, de carreras truncadas, de voces ahogadas y de desesperación.

Clara Wieck, poco antes de casarse con Robert Shcumann, decía: “Hubo un tiempo en el que yo creía tener talento creativo, pero he renunciado a esa idea; una mujer no debe tener el deseo de componer: si ninguna ha podido hacerlo, ¿por qué iba a poder yo?”. El genio creador no podía pertenecer a las mujeres. La mujer no podía destacar más allá del ámbito musical privado. Y así, nombres como el de Casia de Constantinopla, Maddalena Casulana, Francesca Caccini, Barbara Strozzi, Elisabeth Maconchy, Marianna Martines,Fanny Hensel, Clara Schumann, Lili Boulanger, Johanna Kinkel o Rebecca Clarke seguían naufragando en el silencio hasta que otra mujer, Anna Beer, profesora de literatura en Oxford, les diera voz en su libro Armonías y suaves cantos. Las mujeres olvidadas de la música clásica.

De la misma forma, la escritora italiana Rita Charbonnier, nos trae a la memoria la figura de la hermana mayor de Wolfgang Amadeus Morzart en la obra Nannerl, la hermana de Mozart. Así sabemos que el propio Wolfgang escribía una carta a su hermana en la que el compositor confesaba tener el temor de no componer tan bien como ella. Incluso su padre, Leopold, en una carta escrita en 1764 decía que su pequeña era uno de los músicos más hábiles de Europa. Pero la familia no podía consentir que a Nannerl la consideraran una prostituta por hacer dinero con su música. No hubo más opción que seguir el camino marcado para ella: encontrar un marido. La música y la fama quedaron reservadas para su hermano.

El director René Feret llevó a la gran pantalla la historia de Nannerl y la encargada de la parte musical fue Marie-Jeanne Serero, quien nos sirve para enlazar ese silencio al que se sometió a las mujeres compositoras a lo largo de la Historia con la situación que sufren las compositoras de bandas sonoras. Nombres como Debbie Wiseman, Anne Dudley, Mica Levi, Wendy Carlos, Lesley Barber, Vivian Kubrick, Rachel Portman, Lisa Gerrard o la propia Marie-Jeanne Serero, por mencionar solo algunas, han conseguido hacer oír sus voces no sin esfuerzo en un terreno marcado por la discriminación, la escasez de oportunidades para el progreso profesional, la brecha salarial y la falta de visibilidad.

Miremos las estadísticas que miremos, el panorama es siempre el mismo. En 2016, solamente el 2% de las 250 películas más taquilleras tenían música compuesta por una mujer. La ONG “Women in Music” (Mujeres en la música) reveló en 2018 que solamente 76 de los 1445 conciertos ofrecidos el año anterior por grandes orquestas de música clásica incluyeron al menos una pieza compuesta por mujeres. El crítico de música Alex Ross publicó un tweet a comienzos de 2018 en el que denunciaba que el número de compositoras programadas por la Orquesta de Filadelfia para la temporada 2018-2019 era cero. Consiguió así que la orquesta se lo replantease e incluyera mujeres en el programa.

La situación no cambia cuando hablamos de mujeres directoras de orquesta. Dolores Marco, quien se convirtió en la primera mujer directora de orquesta española, confesaba en una entrevista que “no hay más directoras porque los músicos se pitorrean de ellas”. Se calcula que existe solamente un 10% de mujeres directoras de orquesta. No es de extrañar si tenemos en cuenta que la famosa Filarmónica de Viena no permitió hasta 1997 que las mujeres fueran miembros de pleno derecho y que aún hubo que esperar hasta 2005 para que Simone Young pasara a la historia como la primera mujer que dirigió esta agrupación.

Debemos dar voz a quienes no la tuvieron, reconocer y valorar el trabajo de tantas mujeres silenciadas en su tiempo y, sobre todo, asegurarnos de que no se silencie a las actuales ni a las futuras ya que la falta de modelos contribuye a que las chicas sientan que no pueden hacer determinadas cosas. Es urgente que cambiemos esa percepción, que salgamos de ese largo silencio de redonda impuesto y repetido durante tanto tiempo y pasamos a un forte o un fortissimo. Juntas, lo conseguiremos.

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